saber-rapido

Más de una vez me he dejado llevar por la necesidad de abarcar todo lo que es interesante y digno de ser abarcado.

En las redes sociales, en la biblioteca, en los quioscos, en las calles. Demasiados libros. Demasiadas películas. Demasiados juegos. Demasiados lugares. Todo demasiado fácil de obtener como para que yo, que también quiero escribir cosas que merezcan la pena, me resista a acumularlos. Como si así pudiera impregnarme del talento de sus creadores. 

Personalmente, me encuentro cayendo en la trampa una y otra vez. Pero recopilar listas de fuentes de información o referencias no equivale a asimilar la enseñanza que contienen.

También creo que a veces me dejo engañar por la ilusión de que la exhaustividad es posible, lo que me termina llevando a un estado de frustración.

Al final, me encuentro con que he perdido demasiado tiempo en organizar las referencias y los canales, y con que tengo demasiadas fuentes de información y demasiado poco tiempo para consultarlas. Para cuando consigo bajarme del limbo de la indecisión ya es demasiado tarde, y me encuentro con que he aprendido pocas o ninguna cosas nuevas y útiles, que era el objetivo de todo este lío en primer lugar.

En resumen: las ingentes cantidades de contenido de calidad accesibles sin apenas esfuerzo por mi parte me llevan a un estado de déficit de atención. Oh. ¡Sorpresa! Igual que a básicamente toda mi generación.

El secreto está en dejar ir

Igual que estoy segura de que esto le pasa a otras personas, no sé si es algo que nos está llevando a la decadencia cultural y social, si hay que luchar contra ello, o si habría que aceptar el cambio y asimilar los términos bajo los que se mueve el mundo hoy en día.

En todo caso, últimamente me gusta hacer un ejercicio que suelo aplicar con resultados bastante buenos. Consiste en aceptar que los recursos son ilimitados, y nuestra atención y nuestro tiempo, muy pero que muy limitados. Y es una limitación tan evidente, que cuando me la recuerdo, me siento un pelín estúpida. Quiero decir, por mucho que lo quiera, no soy un ordenador que con solo escanear un documento ya lo tengo almacenado en mi base de datos listo para su uso.

En fin. Para dar un poco de tregua a mi prosa divagadora, voy a un acudir a un topicazo que de hecho me parece bastante pertinente: más vale calidad que cantidad.

El secreto está en dejar ir. Dejar ir las cosas malas, pero también algunas buenas. Me quedaré con lo que mi intuición me indica que merecen mi tiempo. No me importa si no es lo mejor. El esfuerzo que antes dedicaba a recopilar y luego a escanear todas las fuentes o contenidos hasta agotar los feeds (a veces, como en twitter, es imposible agotar los feeds) sin retener nada, ahora lo dedicaré a asimilar una sola cosa.

Y si has leído hasta aquí, te mereces otro topicazo: menos es más. Y una metáfora. Puedes pasarte la vida buscando y comprando el mejor equipamiento para tu coche, pero si no lo pones en marcha, nunca llegarás a ningún sitio con él.


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