No puede ser solo cosa mía. Estoy segura de que todas las personas que escriben (incluido tú, si escribes) tienen una, si no plasmada de forma física, al menos sí asimilada en el inconsciente.

Estoy segura de que en cada frase que escribimos (¿también en cada frase que decimos, aunque se trate de un proceso en principio más espontáneo?) nos autocensuramos, sobre todo cuando esperamos que alguien nos lea. Aunque no nos demos cuenta cuando ocurre, y de hecho, aunque en cierto modo prefiramos no darnos cuenta, me da la impresión de que este es un proceso en realidad muy preciso. Nada casual.

Supongo que cada persona tiene su lista y sus razones para mantener su lista. ¿Has pensado alguna vez en ello (en tu lista y en tus razones)? Voy a romper el hielo:

Los tipos de palabras que forman mi Lista Negra

1 (de 4). Palabras y construcciones que en las guías de escritura y blogs para escritores que he leído (y que cada vez leo menos) afirman que un escritor no debe emplear so pena de exilio al Infierno de los Escritores. Porque bueno, después de todo… si tantos escritores lo dicen, será cierto, ¿no?

2 (de 4). Mis propias coletillas: palabras, y sobre todo expresiones, con las que me encuentro aquí y allá cuando reviso mis textos sin que ni siquiera recuerde haberlas puesto ahí.

3 (de 4). Palabras y expresiones a las que intuyo que los lectores (o la sociedad en general) asocian valores negativos, con los que evidentemente no quiero que asocien mis escritos, y por extensión, a mí misma.

4 (de 4). Palabras y expresiones a las que yo asocio valores negativos, con los que evidentemente no quiero asociar mis escritos, y por extensión, a mí misma.

Creo que casi todas las palabras de mi lista entrarían más o menos en estas categorías, aunque seguro que hay otras de las que ni siquiera soy consciente. En cualquier caso, creo que según cómo se mire, todas las categorías podrían comprenderse dentro de la número tres.

En esta categoría, es decir, en la que comprende todo lo que suelo evitar escribir para no ser rechazada por mis lectores, destacan:

• términos que hacen referencias al sexo y a algunas funciones corporales
• referencias a la suciedad y a lo feo
• referencias a ciertas enfermedades
• referencias a la política, a la religión, y a algunas razas y culturas
• referencias a conceptos, procesos o costumbres de tipo íntimo
• referencias a fenómenos o comportamientos desconocidos o de los que se sabe poco

¿Qué hacer con la Lista Negra?

Lo que más me interesaba de escribir este post y plantearme todo esto no era tanto firmar una declaración de guerra contra las listas negras como ser consciente de que existen tabúes léxicos y gramaticales igual que existen tabúes en muchas otras formas de comunicación, y sobre todo, de que yo misma me comunico bajo su influencia.

Pero reconozco que mientras elaboraba mi propia lista (que mostraré al final del post) me he sentido mal por las palabras. Al fin y al cabo, ¿qué han hecho ellas para que las discriminemos? Seguramente a «caca» le costó el mismo tiempo y esfuerzo evolucionar en palabra que a «libertad».

¿No habrá alguna manera de salvar a estos términos, e incluso de sacar algo original y provechoso de ellas? Supongo que hacerlo con acierto no está al alcance de todos, sino que requiere cierto dominio del lenguaje, pero al menos se me ocurren algunas herramientas que pueden ayudar, como la metáfora, el símil, la ironía o la mentira.

También he logrado encontrar algunos ejemplos, como este:

Mi Lista Negra

Para acabar el post de esta semana, os dejo con las palabras de mi lista*, que aplico sobre todo cuando escribo ficción. No están todas las que son, pero en cualquier caso espero que te inspiren para pensar en las tuyas (si es que quieres pensar en ellas).

Por último, siento que las tengas que buscarlas en la oscuridad, pero ya sabes, una prefiere que no les dé mucho la luz si puede evitarlo…

Las palabras están escondidas aquí: