comercio-salva-mundoNadie creyó a Nuria cuando proclamó que comprar en el barrio era la única manera de salvar el mundo.

¿Pero qué dices, niña? Déjate de tonterías y vete al centro comercial, que tienen los platos más baratos.

A la madre de Nuria el estruendo producido por la vajilla haciéndose añicos contra el suelo le había dejado los pelos de punta, aunque nada comparable con el miedo a quedarse sin platos precisamente la noche en que venía a cenar su archienemiga en materia culinaria, la Mercedes, ante la que había defendido con uñas y dientes que la vichyssoise se hacía con ajo, solo para darse cuenta demasiado tarde de que había confundido la receta con la del alioli. Reconocer el error a aquellas alturas estaba fuera de cuestión, así que ahora que la Mercedes se había auto-invitado para que le hiciera una demostración, la madre de Nuria no tenía más remedio que llegar hasta el final.

Por su parte, Nuria, que había improvisado aquel pretexto apocalíptico para comprar los platos en su tienda favorita del barrio, agachó la cabeza y salió a hacer el recado sin llegar nunca a saber lo acertada que había sido su profecía.

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A pesar de las advertencias de su madre, cuando salió a la calle, se fue directa a la tienda de la esquina, acto de rebeldía que desataría la cadena de causas y efectos que efectivamente nos llevaría a la salvación.

La cosa es que la vajilla que se llevó era la última que quedaba en la tienda, así que la encargada hizo un pedido que resultó contener la cantidad exacta de unidades que la fábrica de vajillas necesitaba vender para no irse a la ruina. El señor Manuel, capataz de la fábrica, al ver que los números cuadraban, llevó a la oficina una bandeja de buñuelos pagados de su bolsillo, detalle que conmovió a Lucas, mozo de carga, que al quedarse treinta minutos después de su turno para disfrutar de la merendola, evitó cruzarse con un fugitivo cuando volvía a casa, lo que le libró de encajar la bala perdida que le hubiera dado muerte.

Así pudo Lucas enviar su jugada en la partida de ajedrez online que mantenía con :-DFlyingStar:-D, un ingeniero de la NASA que se tomaba muy en serio sus aficiones; tanto que se pasaba el día calculando jugadas en los ordenadores de la agencia. Menos mal que Lucas, que era abstemio cerrado y no sabía que las rosquillas del señor Manuel llevaban anís, cometió el error que le daría el jaque mate al ingeniero. Satisfecho con su victoria, :-DFlyingStar:-D volvió a concentrarse en el trabajo, de modo que pudo detectar a tiempo el cuerpo celeste que se precipitaba hacia la Tierra, y que de no haber sido desviado, hubiera causado el fin del mundo.

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Este capítulo generó un inexplicable sentimiento de euforia en toda la humanidad, incluyendo a la Mercedes, que hasta elogió la vichyssoise de ajo, pero solo porque no sabía la indigestión que le esperaba.

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