El otro día dibujé este gato para un proyecto en el que estoy trabajando:
Era un gato con cuatro patas, cabeza y rabo. Se podría decir que hasta un gato bonito y elegante, como todo buen gato. En resumen, cumplía su función.
Pero después de un rato me pregunté, ¿es esto lo que quiero hacer en la vida? ¿Gatos que cumplen su función? Decidí probar una segunda vez, y el resultado fue este:
Este gato Tiene un Plan. Y es definitivamente más interesante dibujar gatos que Tienen un Plan que Gatos que Cumplen su Función. Además, también será más interesante para la persona que vea la imagen (lectores, jugadores, etc.).
Básicamente lo que hice para construir la segunda propuesta fue:
- Acentuar algunos rasgos (Más formas puntiagudas e incluso algo de desproporción).
- No explicarlo todo (¿Qué son esas huellas? ¿Por qué el gato las persigue? La verdad es que… ni siquiera yo lo sé).
- Buscar contraste (Es un lindo y sigiloso gatito pero sus intenciones parecen retorcidas.)
Y así es como descubrí la diferencia entre lo genérico y lo expresivo. Este es un ejemplo muy sencillo, pero creo que en muchos casos podemos aplicar una lógica similar a los procesos creativos para dar más fuerza e interés al mensaje.
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