Por último, la mano con uñas pintadas de más colores diferentes y a la moda que nunca hubo puesto en marcha una máquina del tiempo accionó la palanca del panel de control, poniendo fin así a la secuencia de comandos requerida.
Luego, ante la mirada atónita del jardinero de la familia real de Francia, tuvieron lugar en el claro del bosque de pinos una serie de distorsiones espacio-espaciales que, a falta de referentes con los que poder establecer una comparación ilustrativa, se intentarán describir aquí no tanto en su calidad visual, como en la conceptual. Pues lo que pasó fue a la vez difícil de ver pero fácil de entender, y consistió básicamente en que el tiempo y el espacio empezaron a sentirse mal.
Deja un comentario